domingo, 28 de agosto de 2011

Ciclo de encuentros Espacios de-coloniales


Primer Encuentro
"Ciencia y Sociedad en debate"

Organizan:
Secretaría Académica, Secretaría de Ciencia y Técnica y  Secretaría de Extensión
UNIVERSIDAD NACIONAL DE RÍO CUARTO
Provincia de Córdoba
Argentina

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                Los cientistas sociales interesados en la compleja situación de la sociedad que nos rodean no deberían evitar interrogarse acerca del papel de la ciencia, sus transformaciones y sus nuevas funciones expandidas en las economías de todo el mundo. Asimismo quienes generan “ciencia” en el sentido más tradicional del concepto –los denominados científicos “duros”- no podrían dejar de la lado tal indagación si existiera en ellos algún grado de conciencia de la reflexividad de su acción, sobre todo en la actualidad; es decir el “efecto” que provoca, las consecuencias de su accionar en los laboratorios, sobre los conjuntos sociales,  los territorios y las poblaciones específicas. No obstante este tipo de reflexión no es una práctica extendida, ni en unos ni en otros; llega a serlo en muchos países europeos y en algunos de América Latina, pero no precisamente en Argentina.

                Existen en el país colectivos en diversas universidades y organizaciones sociales que intentan generar esos espacios de autorreflexión que son demandados básicamente por los jóvenes investigadores –hijos políticos de “las rebeliones” de 2001-2002- quienes parecen ser mucho más conscientes de las problemáticas mundiales. Cuestiones importantes y de tratamiento imprescindible como son los cambios y crisis climática; el agotamiento de los recursos básicos para la vida; los peligros de las cada vez más frecuentes situaciones geológicas y sus consecuencias sobre las decisiones nucleares, urbanísticas; las nuevas enfermedades derivadas de estas situaciones; los peligros de las “tecnologías de punta” frente a modos tradicionales de la reproducción de la vida que sustituye la milenaria producción de semillas; la gestión local de producción de alimentos y amenaza con aumentar el número de poblaciones que pasan hambre; la amenaza a la biodiversidad que termina también con la diversidad cultural, son algunos de los tantos temas que forman parte de la agenda pública global y, en particular,  debería convertirse y asumirse como debate "necesario" en las Universidades Nacionales Públicas.
                Estos tiempos de alborada de una sociedad occidental pos-moderna (en el sentido temporal) han sido abordados básicamente desde la cultura y el arte, pero en los niveles del desarrollo material de la vida se sigue pensando y actuando como si estuviésemos en plena vigencia del paradigma de la modernidad. Así,  pese a las críticas que se han realizado al paradigma de la modernidad (desde una perspectiva social, ambiental, cultural, epistemológica  y civilizatoria),  la idea de Desarrollo, como gran relato homogeneizante, tiene todavía una gran pregnancia, dificultando una reflexión lúcida y autónoma en relación con los nuevos procesos globales y regionales. Se continúa razonando: “Ciencia” es “Tecnología” y ambas son “Desarrollo”; en fin, éste último, en tanto heredero o sinónimo de “Progreso”, incluye la solución de todos los males. Sin embargo, como dice el pensador Boaventura de Sousa Santos “los problemas modernos no tienen soluciones modernas” y aquella ecuación ha demostrado su ineficacia para la gran mayoría de la población mundial, que continúa sumida en procesos de desigualdad y pobreza.
                El secreto de esta obstinación en un determinado modelo moderno de reproducción material de la vida debe buscarse en el poder de una elite internacional constituida por los actores económicos concentrados, las clases dirigenciales en todos los niveles (político, militar, científico) y diferentes espacios colonizados por los primeros que logran fuertes ganancias, sobreganancias y un nivel de concentración de la riqueza inédito en la historia de todos los tiempos.
                El interrogante que nos hacemos es cómo se ha mantenido el sustento hegemónico de estos parámetros en una población que mayoritariamente no participa de esa impúdica concentración de riqueza y de su supuesto “bienestar”. Si bien se han incrementado las guerras explícitas, las de baja densidad, las invasiones territoriales,  una parte del mundo  insiste en una aparente aceptación de este capitalismo –siempre recreándose, nunca igual a si mismo-  y se lo mantiene como único destino para la humanidad.
                Es verdad que en los procesos de cambio en América del Sur de los últimos veinte años se han intentado  modificaciones de algunos rasgos del modelo neoliberal, de la mano de de la mano de gobiernos populares, que han desatado la reacción negativa de los sectores más conservadores. Sin embargo, dichas políticas de transformación están lejos de atreverse a cuestionar la lógica de acumulación de capital que responde a un patrón mundial que marca una división internacional de tareas, y cuyo cumplimiento se vigila desde los organismos internacionales así como desde una geopolítica militar diseñada desde el norte y de las nuevas potencias emergentes. Nuestro país no parece ajeno a esta gran paradoja latinoamericana, que une a sectores conservadores y progresistas a través de lo que ha sido llamado “el nuevo consenso de los commodities”. Más aún, en América Latina la política de explotación extractiva (incluyendo el agronegocio) se ha convertido en una férrea y sostenida política de Estado. De este modo, el extractivismo en la Región Latinoamericana es el “destino” que nos depara ese diseño económico-militar que pretende dominar el mundo, lo cual, por parte de algunos gobiernos, se traduce en aceptación  y apertura hacia la consolidación de un orden neocolonial.
                Por todo esto, frente a esta situación que consideramos de una gravedad extrema para el presente y futuro de la región, nos interrogamos:

¿Cuáles son las instituciones que hoy sostienen, dan sustento y fuerza a esta situación en regiones como las nuestras? ¿Desde que consensos culturales se logra implantar y naturalizar este modelo? ¿Cuáles son los dispositivos que se utilizan y los puntos ciegos que éstos generan? ¿Cuáles son las brechas de resistencia? ¿En que espacios del accionar humano se generan esas resistencias? ¿Qué tienen que ver con todo esto la ciencia y una de sus instituciones primordiales, la universidad pública?

                Muchas de estas preguntas son las mismas que se hacen los nuevos sujetos políticos de nuestro siglo, aquellos que han resurgido de la invisibilización del mundo moderno como son los pueblos originarios; los movimientos campesinos que durante todo el siglo XX se enfrentaron a la famosa “modernización” (con sus mil rostros que descendían con nombres de programas para el desarrollo); o los que irrumpieron no hace mucho por toda América Latina resistiendo al despojo y destrucción de la biodiversidad, el agua, los recursos energéticos, minerales, la tierra agrícola, etc. Muchas de estas preguntas también se las realizan pensadores sociales y otros sujetos que los acompañan empeñados en dar forma a un nuevo pensamiento crítico que potencie ese gran espacio de resistencias y posibilite en forma conjunta nuevos horizontes emancipatorios, opciones decoloniales, transiciones y alternativas que nos preserven de la devastación y sufrimientos.

                Una y otra vez en esos espacios surgen las dudas acerca de quienes componen los espacios de poder a los que deben enfrentar. ¿Será posible que la universidad argentina  portadora de la esperanza en 1918, hoy camine inexorablemente a la vanguardia del pensamiento neocolonial? ¿Es en ese espacio de poder, junto a las corporaciones, la geopolítica militar internacional donde debemos ubicar a la tecnociencia hegemónica y a su privilegiada institución: la universidad? Son preguntas que circulan por los espacios donde se encuentran y debaten las organizaciones sociales que preservan los recursos naturales.

                Por todo esto hemos decidido asumir este desafío de pensarnos en situación, generar espacios de reflexión que desde estos ejes puedan crear una incomodidad institucional que interpele a los científicos y universitarios a discutir sobre la relación entre sus prácticas profesionales y sociales y el presente que vivimos, e indague en los mecanismos de generación de hegemonía capaces de mantener la ilusión de que se trabaja para el país, para el “desarrollo”, para las vastas mayorías.

                En síntesis en encontrarnos para des-instituirnos de la comodidad de los cargos, las posiciones académicas, los subsidios y tomar la suficiente distancia para pensar estos temas entre todos aquellos que necesiten pensarlos, es decir aquellos que no nos sentimos cómodos ni aún gozando de los privilegios que nos otorga el “pertenecer”. Si alguna vez, en 1918 desde Córdoba se anunciaba “Creemos no equivocarnos, las resonancias del corazón nos lo advierten: estamos pisando sobre una revolución, estamos viviendo una hora americana”; hoy, con mayor modestia, proponemos pensar que nuevamente  vivimos una hora americana llena de resistencias y novedades sociales y políticas, enmarcadas en un mundo convulsionado por todos los rincones.
                Se trata de encontrar entre todos el sentido  de nuestros quehaceres. Interrogarnos acerca de:
ü  La formación de profesionales: ¿para qué y para quiénes?
ü  La generación de ciencia, conocimiento: ¿para qué y para quiénes?
ü  La relación dialógica: ¿con que pensamientos filosóficos, sociales, políticos, ecológicos?
ü  ¿Qué buscamos con nuestras prácticas científicas y universitarias?
ü  ¿Qué país pensamos que deseamos contribuir a formar?

En síntesis,  proponemos como puntos de partida para comenzar a encontrarnos desde las ciencias sociales críticas, la filosofía, las ciencias exactas y naturales y aquellas estrechamente vinculadas con los espacios tecnológicos (las ingenierías):

·         Mesa I. Apertura.
¿Políticas de Estado para el Desarrollo o Tecno-ciencia para el Mercado?
Jueves 13 de octubre, 9:30 hs

Panelistas Propuestos: Andrés Carrasco, Leonardo Moledo, Maristella Svampa, Miguel Teubal

·         Mesa II.
¿Qué cambios han experimentado el sistema científico-tecnológico y universitarios en el país en las últimas tres décadas?
Jueves 13 de octubre, 14:30 hs

Ejes propuestos:

ü     Se esperan contribuciones tanto epistemológicas de los sistemas científicos o disciplinarios como análisis de los cambios institucionales (CONICET, CNEA, INTA, INTI, las nuevas agencias FONCYT, la generación del Ministerio de Ciencia, etc.).
ü     Interesa preguntarnos acerca de ¿cómo se relacionan estos cambios con el modelo social, económico y cultural implementado desde el Consenso de Washington?¿Cuáles son las consecuencias en el país y en Latinoamérica?.
ü     Importa retomar debates, tender puentes entre "pasado" y "presente" (los premios Nobel en ciencia; el debate de los 60-70 Varsavsky, Rolando García, Jorge Sábato, entre otros).

Panelistas Propuestos: Martín Isturiz, Pablo Kreimer, Sara Rietti

·         Mesa III 
El cientificismo como colonialidad del saber: un debate acerca de las lógicas hegemónicas de producción del conocimiento y posibles alternativas político-científicas". Miradas y aportes desde las/los jóvenes investigadores.
Jueves 13 de octubre, 18 hs.

Ejes propuestos:

ü     Descolonización de la ciencia como saber-poder
ü     Ecología de saberes entre la ciencia y saberes populares
ü     Democratización del sistema científico
ü     Trabajadores e intelectuales del sistema científico: roles, identidades, reivindicaciones

Panelistas: Fernando Barri, Juan Wahren y María José Zapata


Mesa IV
Crisis de la modernidad, papel de la ciencia y la universidad. Nuevos pensamientos sociales de la pos-modernidad
Viernes 14 de octubre, 9:30 hs

Ejes propuestos:

ü     Las perspectivas de la Ecología Política, los decoloniales, los teóricos del post-desarrollo, post-estructuralismos.
ü     El cuestionamiento a la ciencia como único y universal modo de generar conocimientos.
ü     El concepto de ecología de saberes, las nuevas izquierdas y las contribuciones de los movimientos sociales y las organizaciones campesino-indígenas.
ü     El papel de la educación y su relación con la ciencia.

Panelistas Propuestos: Federico Schuster, Gisela Vélez, Marcelo Ruiz, Norma  Giarracca, Rosario Badano


Mesa V.
Del Consenso de Washington al Consenso de los Commodities: Extractivismo, Ciencia y Gobiernos Progresistas y Populares
Viernes 14 de octubre, 14:30 hs

Ejes propuestos:
ü     Universidad, ciencia, tecnología y modelo extractivista
ü     Democratización del acceso a los recursos naturales versus las políticas de reprimarización, extranjerización de los recursos y los commodities.
ü     La reconfiguración del ámbito político, la elaboración simbólica de una pos-democracia consensual; la guerra ambiental favorecida por la competencia interlocal; las dimensiones ambientales de la inserción internacional de la circulación de mercancías; la intensificación de los riesgos ambientales asociados a la desregulación; y la acentuación de las desigualdades socioambientales.
ü     La democratización de la producción de conocimiento científico y de los diseños tecnológicos frente al carácter monopolista de la ciencia y la tecnología.

 Panelistas: Henri Acselrad, Jorge Cardelli, Marcelo Giraud, Mirta Antonelli

domingo, 21 de agosto de 2011

Ciclo de encuentros Espacios de-coloniales

Ciclo de encuentros
Espacios de-coloniales
Organiza:
Universidad Nacional de Río Cuarto

                Nuestra América Originaria, a partir de 1492, es re-fundada con la marca de la colonización y la conquista, incorporada a un Sistema-Mundo, que irá construyéndose como proceso de mundialización y polarización, con francos rasgos estructurales de carácter económico, social e histórico,   definido dicho proceso por relaciones de dominación. Este plan de constitución del sistema-mundo capitalista se desarrolló en torno de la articulación de tres áreas continentales: América, África y Europa, a partir de la división del trabajo y de la explotación. África y América pusieron ¿a disposición? además de los millones de trabajadores explotados (aniquilados física y culturalmente, constituyéndose en víctimas de brutales genocidios y etnocidios), sus recursos minerales y sus tierras, mientras  que Europa, en especial la del Atlántico Norte,  “puso” la manufactura (Badano y otros, 2011).
                En dicho proceso, emergen los países centrales como centros de poder, constituyéndose en los garantes de la preservación del orden mundial y, a la vez, son la  condición necesaria para la  expansión y consolidación de la institucionalidad político-ideológica y militar por donde se canaliza la dirección global del sistema-mundo capitalista (Badano y otros, 2011).  La existencia de los centros y las periferias es simultánea y estructural. En otros términos, los países de la periferia no están en "vías de desarrollo" sino que, por el contrario, el "subdesarrollo" es parte estructural del sistema-mundo. De este modo, el orden mundial del capitalismo es un orden colonial e  imperial.
                La  colonialidad del poder establece y fija una jerarquía racializada: la supuesta superioridad “natural” se expresó, como dice Quijano, “en una operación mental de fundamental importancia para todo el patrón de poder mundial, sobre todo respecto de las relaciones intersubjetivas”; así, las categorías binarias tales como oriente/occidente, primitivo/ civilizado, irracional/ racional, mágico  /mítico- científico y tradicional/moderno justifican la superioridad e inferioridad -razón y no razón, humanización y deshumanización (colonialidad del ser) y suponen el eurocentrismo como perspectiva hegemónica de conocimiento (colonialidad del saber) (Quijano, 2000), como pretendido universalismo.
                Hacer visible la colonialidad del poder, al decir de Quijano, supone asumir una perspectiva de-colonial, de interculturalidad crítica, que denuncie la matriz de poder, la trabazón histórica entre la idea de “raza” como instrumento de clasificación y control social  y el desarrollo del capitalismo mundial (moderno, colonial, eurocentrado), planteado como un universalismo irreversible, ubicando al Sur en el pasado del presente.
                Asumir la interculturalidad crítica implica en primer lugar una toma de distancia del multiculturalismo. Como sostiene Jameson y Žižek, (1998) "... el multiculturalismo es una forma de racismo negada, invertida, autorreferencial, un ´racismo con distancia´: ´respeta´ la identidad del Otro, concibiendo a éste como una comunidad ´auténtica´ cerrada, hacia la cual él, el multiculturalista, mantiene una distancia que se hace posible gracias a su posición universal privilegiada. El multiculturalismo es un racismo que vacía su posición de todo contenido positivo (el multiculturalismo no es directamente racista, no opone al Otro los valores particulares de su propia cultura), pero igualmente mantiene esta posición como un privilegiado punto vacío de universalidad, desde el cual uno puede apreciar (y despreciar) adecuadamente las otras culturas particulares: el respeto multiculturalista por la especificidad del Otro es precisamente la forma de reafirmar la propia superioridad".
                La perspectiva intercultural crítica debe también realizar un trabajo de orientación de-colonial dirigido a quitar las cadenas que aún están en las mentes, como decía el intelectual afro-colombiano Manuel Zapata Olivella, des-esclavizar las mentes, en palabras de Malcolm X, y desaprender lo aprendido para volver a aprender, como argumenta el abuelo del movimiento afro-ecuatoriano Juan García. Tarea intelectual, y  no de "expertos", que procura des-ocultar las estructuras sociales, políticas y epistémicas de la colonialidad, y alentar nuevos y nuestros procesos, prácticas y estrategias de intervención para leer críticamente el mundo, como enseñaba Freire, y para comprender, (re)aprender y actuar en el presente, ampliando las prácticas democráticas.
                A partir del auge de la ideología de la globalización neoliberal mundial (o transnacionalización mercantil mundial), la cultura y el ethos de los espacios públicos, y con marcada fuerza en los proyectos educativos, acentúan un colonialismo que en nuestra Latinoamérica y especialmente en nuestras universidades del Sur ha asumido diversas caras: así, los diferentes tratados de libre-comercio han ido instalando, junto a otros factores, una progresiva mercantilización en la educación superior y a su vez, profundizando la tensión público-privado. En este contexto, la exaltación de “lo privado” no sólo se presenta como un núcleo regulador de la vida institucional —configurando nuevas subjetividades colonizadas, formas de ser, de hacer y de habitar la universidad—; sino también, marcando formas de producción del conocimiento, promoviendo valores de neto cuño empresarial, tiende a configurar lo que Slaugher y Leslie (2010) calificaron como “capitalismo académico”, orientándose fuertemente hacia el mercado, e instalando dispositivos pedagógicos cada vez mas excluyentes. Esta lógica privatista-empresarial entra en confrontación con aquellas nociones más básicas de la democracia y la participación dentro y fuera de la universidad; pues es una lógica coherente con formas de operar en espacios reducidos y a espaldas de los actores, no sujeta a mandatos colectivos. Más aún, "lo que el discurso hegemónico pretende propiciar es que los procesos sociales pasen a ser gobernados sustancialmente por la propia dinámica de la innovación tecnológica, en contra de opciones colectivas fundadas en valores y proyectos que puedan ser discutidos en espacios públicos" (Ascelrad, 2006).

                La universidad, desde la matriz de la globalización neoliberal,  se torna colonizada y colonizadora, tanto en sus prácticas político–institucionales como en sus prácticas académico-científicas. Colonizadora ya que " la Universidad no sólo participó en la exclusión social de las razas y las etnias consideradas inferiores, sino que también teorizó sobre su inferioridad, una inferioridad extendida a los conocimientos producidos por los grupos excluidos, en nombre de la prioridad epistemológica concedida a la ciencia" (Santos,  2006). Este "inventario", en sentido gramsciano, del carácter colonial de la universidad no supone negar la ciencia sino realizar la crítica a la ideología que, en nombre de la ciencia, niega los saberes de las comunidades consideradas "subalternas".
                Por el contrario, y de manera contra-hegemónica, una postura de-colonizadora de la universidad, sostiene valores y prácticas de ciudadanía y participación; parte de la no-naturalización de las condiciones actuales y  se posiciona desde la ecología de saberes, es decir "desde  una forma de extensión en sentido contrario, desde afuera de la universidad hacia adentro de la universidad". La ecología de saberes "consiste en la promoción de diálogos entre el saber científico y humanístico que la universidad produce y los saberes legos, populares, tradicionales, urbanos, campesinos, provincianos, de culturas no occidentales (indígenas de origen africano, oriental, etc.) que circulan en la sociedad" (Santos, 2006).
                La reinvención de la emancipación social,  a la que apunta Santos (2006), supone de-construir la matriz colonial que nuestras sociedades latinoamericanas han naturalizado, requiere interpelar los espacios y mecanismos de producción del conocimiento, abrir e impulsar redes entre  universidad  y organizaciones sociales, los movimientos y sus luchas. Implica la construcción política de un espacio donde, por un lado, se interpele la “vieja universidad” y, por otro,  donde se elaboren nuevos criterios de razón y verdad (epistemes) y nuevas condiciones de saber.  Es por ello que, cada vez con más fuerza, surge la necesidad de un debate amplio, profundo y que involucre a otros actores además de los miembros de la comunidad científica, esto es,  grupos de intelectuales, organizaciones sociales en torno a la producción y utilización significativa  del conocimiento (Giarracca, 2011).
                Se trata de volver a pensar la universidad pública desde un proyecto social,  popular y emancipatorio, recuperando historias y matrices del pensamiento crítico, memorias de las luchas sociales, agudizando miradas problematizadoras tanto sobre los procesos hegemónicos, como sobre sus resistencias; profundizando y/o promoviendo todas las instancias de participación social con sectores y organizaciones que conforman el campo popular.
                Por eso es preciso re-instalar debates,  opciones y propuestas críticas también emergentes de nuestra historia universitaria -Varsavsky (1983, 1994), A. Herrera (1971), J. Sábato (1983); Darcy Ribeiro (1971)- para aportar a la construcción de un nuevo proyecto, pensado esta vez desde múltiples actores sociales y procedencias académicas y militantes. Adherimos a la propuesta de Svampa (2008) respecto de la sociología crítica y la hacemos extensiva a la totalidad de las prácticas universitarias, de tal modo de asumir el desafío político y militante, que" retome una mirada regional, propia de otras épocas, pero sin abandonar por ello los aspectos específicos de nuestras realidades nacionales y el análisis de las subjetividades y que se construya desde un paradigma epistemológico comprensivo".  Será  este ciclo un horizonte cercano para  pensar  la "nueva" universidad.

Bibliografía
Ø  Acselrad, Henri. (2006). Las políticas ambientales ante las coacciones de la globalización. En publicación: Los tormentos de la materia. Aportes para una ecología política latinoamericana. CLACSO, Consejo Latinoamericano de Ciencias Sociales, Buenos Aires.
Ø  Badano, María del Rosario; Basso, Raquel; Benedetti, María Gracia; Angelino, María Alfonsina; Ríos, Javier; Serra, María Florencia; Verbauwede, Viviana; Cardelli, Jorge (2011). Eurocentrismo y ciencias sociales. Reflexiones en el campo universitario. Editorial Fundación La Hendija. Universidad Nacional de Entre Ríos.
Ø  Jameson, Fredric y Zizek, Slavoj. (1998). Estudios culturales: reflexiones sobre el multiculturalismo. Paidós,  Buenos Aires.  
Ø  Mignolo, W. (2003). Historias locales / diseños globales. Colonialidad, conocimientos subalternos y pensamiento fronterizo. Madrid: Akal.
Ø  Quijano, A. (2000). “Colonialidad del poder, eurocentrismo y América Latina”. En: Lander, E. (comp.). La colonialidad del saber: eurocentrismo y ciencias sociales.Perspectivas latinoamericanas. Buenos Aires: CLACSO.
Ø  Svampa, Maristella (2008). Cambio de Época. Siglo XXI editores. CLACSO coediciones.
Ø  Walsh, C. (2009). Interculturalidad, Estado, Sociedad: Luchas (de)coloniales de nuestra época. Quito: Universidad Andina Simón Bolívar/AbyaYala.
Ø  Walsh, C. (2008). “Interculturalidad crítica, pedagogía decolonial”. En: Villa, W. y Grueso A. (comp.). Diversidad, interculturalidad y construcción de ciudad. Bogotá: Universidad Pedagógica Nacional/Alcaldía Mayor.